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En casa para las fiestas: Dos familias latinas en Longmont reciben su primera casa por medio de Habitat for Humanity

No hay mejor lugar para celebrar las fiestas de fin de año que en casa y estas familias pasarán esta época en su nuevo hogar.
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La familia de Belem Cisneros de Armenta en la entrada de su nueva casa.

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En el Condado de Boulder los problemas de vivienda han incrementado en las últimas dos décadas. De acuerdo a un reporte (enlace con información en inglés) por la Asociación de Asistencia Familias de Emergencia, o EFAA por sus siglas en inglés, más del 55% de arrendatarios en el condado se consideran el costo de la renta una carga muy grande ya que pagan más del 30% de sus ingresos en ella. 

En Longmont, los hogares hispanos enfrentan más dificultades en cuanto a la vivienda que personas de otros grupos culturales, de acuerdo a una evaluación de necesidades (enlace con información en inglés) del Condado de Boulder, especialmente aquellos que son adultos mayores o que viven con alguna discapacidad. 

Para dos familias latinas, tener su propia casa se ha convertido en una razón importante para celebrar la época de fiestas y el fin de año. 

Ana Murango se mudó a Chihuahua, México, en los setentas. Después de haber vivido en otro estado por algunos años, ella y su familia finalmente se establecieron en Longmont, donde han vivido por más de 30 años. 

Ana Murango and her granddaughters celebrate receiving their new home Ana Murango y sus nietas celebran recibir las llaves a su casa nueva por parte de Habitat for Humanity | Foto de cortesía

En octubre, Murango y sus dos nietas recibieron la primera casa de la cual han sido propietarias con ayuda de Habitat of Humanity de St. Vrain Valley.

“Antes que no tenía casa, yo estaba luché y luché, nadando contra la corriente, en otros lugares uno no tiene tener una estabilidad o la manera de relajarse por la preocupación de pensar si me quedo sin trabajo que voy a hacer”, ella dijo.

Por años, Murango había vivido en la casa de sus padres junto con sus hijos hasta que ellos fallecieron y sus propiedades se vendieron. Por un tiempo, ella tuvo que buscar un lugar en donde vivir, hasta que encontró una oportunidad con Habitat for Humanity. 

“Yo siempre pensé desde que mis niños estaban muy chicos que me gustaría participar en los trabajos (de construcción) que yo veía, pero no es lo que uno quiera en el tiempo que uno quiera, pienso que tenemos nuestro destino y Dios sabe si nos lo va a dar a no”, ella dijo. “Para mi significa una estabilidad, un relajamiento y una lucha a la vez, por mantenerla, por seguir adelante con ella, en la vida todo es mucha lucha y trabajo.”

Murango dijo que se siente afortunada de haber podido participar en el programa y reconoce que esto es una bendición para cualquier persona que esté pasando por las dificultades por las que ella pasó.  

Ana Murango opens door to her first home.Ana Murango abre la puerta a su nueva casa de Habitat for Humanity | Foto de cortesía

“Una oportunidad que ojalá que la mayoría de los que no tienen donde vivir que arreglaran sus vidas y sus créditos y los ponga en este mismo camino que me puso a mi y a muchas personas como yo”, ella dijo. 

La misión de Habitat for Humanity es unir a la comunidad para construir casas y brindar esperanza. En los últimos 30 años, la organización ha armado más de 100 casas, haciendo entre ocho y 10 en promedio en Longmont cada año, muchas de las cuales se han dado a familias latinas, de acuerdo a Micaela Chacon,coordinadora de servicios a propietarios de viviendas en Habitat for Humanity de St. Vrain Valley. 

“Aproximadamente el 40% de los propietarios con los que trabajamos son hispanos o latinx”, ella dijo. “Primero seleccionamos a los propietarios antes de construir la casa, y puede llegar a tardar entre un año y un año y medio del momento en el que llenan la solicitud hasta que se acabe de construir la casa.”  

Con el apoyo de subsidios, la ayuda de voluntarios y donaciones por parte de individuos y organizaciones, Habitat for Humanity ha podido mantener el precio de las casas a costo y brindar a las familias un interés del 0%, dijo Chacon.

La organización también ofrece clases y eventos para apoyar a los propietarios de las casas durante el proceso, fomentando un sentimiento de comunidad así como buenas relaciones entre los vecinos, ella dijo.  

Chacón dijo que muchas veces la gente tiene una idea equivocada acerca del programa y piensan que las casas simplemente se regalan, cuando en realidad las familias trabajan muy duro durante todo el proceso.  

“Los propietarios trabajan mucho para cumplir sus horas de voluntariado. Tienen sus trabajos normales, sus familias y además hacen tiempo para participar como voluntarios los fines de semana o después del trabajo para cumplir con las regulaciones”, ella dijo, añadiendo que las personas que solicitan solas o los padres solteros tienen que hacer 250 horas de trabajo de voluntariado, el cual muchas veces significa participar en el trabajo de construcción de la casa propia o de otras familias, mientras que las parejas deben de completar 500 horas. 

“Las dos familias han sido excelentes, siempre dispuestos a trabajar y han dado más de lo que se les ha pedido. Estamos felices de tenerlos”, ella dijo. 

Belem Cisneros de Armenta, una residente de Longmont por más de 20 años, también recibió su nueva casa en octubre, justo antes de que iniciaran las festividades de fin de año. “Esto significa mucho porque estamos juntos en nuestra casa, esto es lo que siempre quisimos, por fin hicimos nuestro sueño realidad… pasar nuestra primera navidad en esta casa solos los 4”, ella dijo. “Vamos a pasar una navidad muy felices.”

 

IMG-5310 Ramón Armenta, Alexis Armenta, Belem Cisneros de Armenta y Cinthya Armenta en la sala de su casa nueva. Foto por Silvia Romero Solis

 

Cisneros de Armenta se mudó a Longmont de Chihuahua, México en los noventas, y desde hace 12 años ha sido la que ha visto por y proveído a sus dos hijos, Alexis y Cinthya Armenta, y su esposo, Ramón Armenta, quien sufre de la enfermedad de Parkinson.

“Pasamos días sin dormir, y días casi sin comer porque yo trabajo 10 horas diarias y mi esposo no podía salir a conseguir papeles”, comentó ella acerca del proceso de solicitación. “Yo llegaba de trabajar en la noche y me iba a conseguir cartas de recomendación, papeles al banco, a donde necesitara, y llegaba a mi casa hasta las 8 pm a hacer de cocinar para cenar y preparar el lonche, me dorima bien tarde y a las 4 de la mañana me levantaba otra vez a trabajar.”

Ella junto con miembros de su familia y la de sus esposo participaron en la construcción de su casa brindando muchas horas de trabajo de voluntariado. 

“No es un sacrificio trabajar para nuestra casa”, ella dijo. “Nos sentimos muy agusto, se nos hacían los días cortos porque conocíamos a muchas familias, muchas historias, a algunas personas a quienes también les acababan de entregar su casa o están en el proceso.”

La casa está diseñada y construida para dar suficiente espacio a sus hijos y a su esposo para que vivan cómodos, ella dijo. “La casa es más cómoda principalmente para mi esposo, ya que él a veces tiene problemas para caminar”, ella dijo, añadiendo que las puertas, baños y la cocina son más amplios para que haya espacio para una silla de ruedas en el futuro si la llegan a necesitar. 

“La diferencia (también) es que estamos más amplios… porque nuestros hijos necesitaban un espacio propio, para estar más cómodos y desestresados.”

Cisneros de Armenta dijo que ser propietaria de una casa y llegar a donde han llegado fue en algún momento algo que ella pensó era imposible, y algo que todos los miembros de su familia han trabajado arduamente para alcanzar.

“Nosotros somos personas humildes, no tenemos dinero, y hemos luchado para comer cada día, para pagar la renta”, ella dijo, añadiendo que en algún momento ella no creyó poder dar a sus hijos la oportunidad para estudiar y eso es algo que ellos han podido conseguir por medio de mucho trabajo y gran apoyo.  

“Yo personalmente yo sentí que nunca íbamos a salir de ahí… (pero) nunca es muy tarde, siempre se puede, sobre todo si hay personas tan maravillosas como con Habitat que nos bendicen a muchas familias y nos dan esta felicidad.”

Esta navidad, Cisneros de Armenta la pasará con su esposo y sus hijos en su casa nueva, cuidándose uno al otro durante estos tiempos turbulentos. 

“A familias que están pasando por lo que estamos pasando quiero decirles que hay una luz al final”, ella dijo. “La perseverancia es lo único que necesitamos.”



Silvia Romero Solís

About the Author: Silvia Romero Solís

Después de viajar por el mundo, Silvia llegó a establecerse en Longmont. Ella busca usar su experiencia en comunicaciones y cultura para crear más equidad y diversidad en las noticias de Longmont.
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