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Como cinco negocios de fitness han sobrevivido las cuarentenas y restricciones durante COVID

Los negocios de fitness en Longmont han encontrado maneras de mantenerse a flote a pesar de las restricciones durante. Estas son cinco de las historias de cómo lo han hecho.
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Monica Fitzpatrick, dueña e instructora en Elevated Yoga Studio, dirige una clase en línea el miércoles 9 de diciembre, 2020. (Foto por Matt Maenpaa)

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Ha sido un año difícil para la salud de los estudios de fitness y los gimnasios. 

Adaptarse a las restricciones relacionadas a la pandemia del coronavirus ha sido tan difícil como mantenerse a dieta en este año de altibajos y, para acabarla de amolar, el Condado de Boulder elevó su estatus a Nivel Rojo en el tablero de COVID del estado limitando los espacios de gimnasios y centros recreativos al 10% de capacidad o únicamente 10 personas.  

“Como el resto del mundo, nos tenemos que adaptar. Las cosas no son como nos las imaginamos pero en vez de resistirnos, lo hemos aceptado y continuado hacia adelante,” dijo John Espinoza, dueño e instructor en Full Circle Yoga

El impacto de COVID-19 en la industria de fitness ha sido disparejo a través del mundo, ya que en algunas regiones se han podido recuperar mejor después de la primera ronda de cuarentenas al principio de la pandemia, de acuerdo a un reporte de Glofox report. Sin embargo, en Estados Unidos, la incertidumbre, las cuarentenas y los cierres recurrentes han impactado de gran manera a los negocios de fitness, de acuerdo a Glofox, un grupo de consultoría que trabaja con estudios y gimnasios para a los miembros de estos locales activos e interesados.

En Longmont, los negocios de fitness están encontrando maneras de mantenerse a flote a pesar de las restricciones. Estas son cinco de las historias de cómo lo han hecho. 

Adaptándose a un mundo virtual

En los últimos nueve meses, Espinoza ha tenido que mover sus clases de un formato presencial a un formato híbrido con opciones en línea.  

“Ha sido difícil. Empezamos teniendo que limitar el número de estudiantes que podían estar en el estudio, empezamos con nueve personas y luego nos restringieron más entonces bajamos a siete personas y ahora estamos en cuatro” él dijo, añadiendo que dos tercios de los estudiantes han estado tomando clases desde sus casas a través de Zoom.  

“La gente ha respondido bien a las clases por Zoom. Tienen la oportunidad de estar en sus tapetes de yoga y mantener su práctica”, él dijo. 

Aunque Espinoza sabe que la pandemia ha afectado a todo mundo, sugiere que la gente fluya con la corriente. 

“Cuíden de sí mismos, su mente, su cuerpo… no hay nada que se pueda hacer para cambiar la situación en este momento, no tiene caso resistirse, solo estar presente y en algún momento superaremos todo esto”, él dijo. 

Redefiniendo el éxito 

Monica Fitzpatrick, dueña e instructora en Elevated Yoga Studio, dijo que ha tenido que definir el significado de éxito en un año durante el cual las finanzas de su negocio se ha convertido en una preocupación secundaria a estar ahí para la comunidad.

“Estamos alcanzando a la gente en donde estan? Estamos brindando un servicio que es accesible, que está ayudando a la gente a encontrar paz y relajación en un respiro dentro de ellos mismos?”, ella dijo. “Al final del día, quiero poder pagar mi renta pero mantener servicios de calidad y al mismo tiempo traer un poco de paz a la comunidad.”

A lo largo de la pandemia, Fitzpatrick tuvo que adaptarse a un formato híbrido y, recientemente dado las últimas restricciones, se ha mantenido únicamente en el espacio virtual para garantizar la seguridad de sus clientes. 

Aunque las clases sean en línea, Fitzpatrick dijo que ella ha buscado mantener el concepto del micro estudio de Elevated Yoga, llevando a cabo clases de pocas personas.  

“Aun antes de la pandemia, teníamos clases con entre dos y ocho personas. Durante la pandemia hemos mantenido este tipo de proporción de pocos estudiantes por maestros aun virtualmente, esto es algo que a nuestra comunidad siempre le ha gustado”, ella dijo, añadiendo que cuando la pandemia acabe, la gente posiblemente continuará acudiendo a actividades de grupos pequeños donde se puedan sentir segura.  

2020_12_12_covid_gyms1Monica Fitzpatrick, dueña e instructora en Elevated Yoga Studio, saluda a los participantes de una clase en línea el miércoles 9 de diciembre, 2020. (Foto por Matt Maenpaa)

Siendo creativos  

Para Yvette Galindo, dueña e instructora de Zumba en Noa Noa Fitness Club, mover sus clases a un formato virtual no era una opción ya que muchos de sus clientes son padres con hijos pequeños los cuales necesitan la computadora o dispositivos móviles para conectarse a la escuela en línea. 

“En mi clase de ayer en la mañana solo ha llegado una persona”, ella dijo. “Toda esta semana desde el lunes en la mañana han llegado una o dos personas por que (los clientes) no tienen a los niños en la escuela.”

Además de las restricciones que se tienen que seguir y las limitaciones con la tecnología, Galido dice que la gente tiene miedo de enfermarse lo que ha creado un problema para su negocio.

“Todavía tienen (mis clientes) miedo, no se sienten con la confianza de salir porque últimamente han habido muchísimos casos entonces el miedo ahí sigue”, ella dijo. 

Aun así ella ha buscando la manera de que sus clientes se mantengan involucrados, incluyendo una clase los domingos en la mañana a base de donaciones para aquellos que no puedan pagar así como un intercambio de regalos de Navidad entre sus clientes a distancia.

IMG-2020_12_12_covid_gyms3Ana Laura Hernandez, instructora de Zumba, dirige una clase presencial en Noa Noa Fitness Club el jueves 10 de diciembre, 2020. (Foto por Silvia Romero Solis)

Manteniéndose unidos

Con un espacio de más de 15,000 pies cuadrados, Bryan Hylenski, copropietario de Longmont Climbing Collective, dice que las restricciones a la capacidad de su gimnasio para escalar se han convertido en un verdadero problema. 

“Meter a 10 personas aquí es nada comparado con un gimnasio Lifetime Fitness que únicamente tiene 3,000 pies cuadrados, así que no es justo”, dijo. “Estamos pidiendo que nos permitan cumplir solo con la regla del 10% de capacidad”, ya que eso nos permitirá que más personas entren al espado. 

Hylenski y su equipo han construido paredes temporales para dividir el gran espacio que tiene el gimnasio, creando así cuatro salones separados que permite a más gente hacer reservaciones y entrar.

“Aproximadamente el 70% de nuestros miembros se han mantenido con nosotros… nos importa nuestra comunidad y la clave fue mantener a nuestros empleados para que no hubiera despidos, a los empleados no se les pagó tanto como antes pero hablamos con todos y llegamos a un acuerdo.” 

No es solo a nivel local que la comunidad se ha unido para asegurar la sobrevivencia del espacio, dueños de gimnasios para escalar a través del estado han organizado reuniones para trabajar juntos. Hylenski se ha unido a labor de activismo para crear conciencia en el condado y a nivel estatal acerca del impacto que las restricciones de capacidad tienen en los gimnasios para escalar.  

“En el momento que todo esto empezó y tuvimos que cerrar en el mes de marzo, desapareció la competencia entre nosotros”, dijo Hylenski. “Se convirtió en un esfuerzo de unir fuerzas y reabrir estas instalaciones.” 

2020_12_12_covid_gyms5Taylor Rimmer entrena en Longmont Climbing Collective. (Foto cortesía de Longmont Climbing Collective)

Apoyados por la comunidad

Para Chrysti Flores, instructora de Zumba e Insanity y dueña de Burn&Tone fitness center, poder usar espacios al aire libre fue una buena manera de mantener su negocio funcionando durante los meses de verano. 

Desde el inicio de la pandemia, ella ha tenido que moverse de un espacio rentado a dar clases en un parque y de regreso al espacio interior. 

“Tuvimos que dejar el lugar como por tres meses, tuve que ir a un parque, la gente me daba donaciones, me ayudaban… me presta gente dinero para la renta”, ella dijo, añadiendo que ha dependido del gran apoyo que sus clientes le han brindado y, a cambio ella también ha hecho lo posible para ayudarlos.  

“Nunca subí la tarifa, nunca haría eso en tiempos de crisis,” ella dijo. “Si la gente quiere venir y no puede pagar, no importa. Lo primero es la parte sentimental hacia mi gente, sé que cuando ellas pueden, están ahí, y han estado ahí para mi también ayudándome con mi renta.”

Flores dijo que conoce a gente personalmente, incluyendo miembros de su familia, que han batallado con y sobrevivido COVID, y entiendo la importancia de mantener un estilo de vida activo y saludable. 

 “Hay mucha necesidad, mucho dolor. El COVID afecta mucho a la gente que no se ha cuidado”, ella dijo. “Qué más quisiera compartir lo que he aprendido acerca del ejercicio.”



Silvia Romero Solís

About the Author: Silvia Romero Solís

Después de viajar por el mundo, Silvia llegó a establecerse en Longmont. Ella busca usar su experiencia en comunicaciones y cultura para crear más equidad y diversidad en las noticias de Longmont.
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